lunes, 29 de octubre de 2012

¿Cuánto sexo necesitamos?


¿Por qué unos sentimos tanto y otros tan poco?, ¿cuánto sexo necesitamos?, ¿se puede generalizar?
La frecuencia del acto sexual nunca estuvo tan medida y fue tanto tema de debate como en la actualidad. Los sexólogos estan continuamente realizando estudios y estadísticas que nos facilitan datos fiables sobre la frecuencia con la que mantenemos relaciones sexuales, para establecer así los límites de la normalidad. Estar entre esos baremos es nuestra angustia.



Sin embargo aunque la frecuencia sexual es un indicador necesario, no es el más importante. La psicóloga y sexóloga estadounidense Leonore Tiefer asegura: 

No necesitamos más sexo, sino de mejor calidad. La presunta falta de deseo achacada históricamente a las mujeres se debe a las escasas aptitudes de sus amantes. El sexo no es la cosa más natural del mundo, sino una materia que necesita práctica y un aprendizaje continuo. Es como tocar el piano. Para ser bueno, es necesario un período de entrenamiento”.

Así que en vez de calcular la frecuencia del acto sexual -afirma la sexóloga- deberíamos centrarnos más en factores psicológicos y sociales que afecten a esta práctica.

- ¿Cómo funciona el deseo?

Neurólogos y endocrinos de todo el mundo están realizando investigaciones sobre cuáles son las causas que dan lugar a la líbido humana. Para el neurobiólogo Donald Pfaff, el deseo sexual está anclado en los genes y en el cerebro.
Una cooperación entre información genética, hormonas y células nerviosas origina tanto el deseo como la reacción necesaria para poder satisfacerlo. 

Plaff afirma tras un estudio, que el deseo sexual de los seres humanos comparte muchas similitudes con el resto de los mamíferos: 

“Desde un pequeño ratón hasta Madonna, la base del deseo sexual reside en un grupo de hormonas y la red neuronal”.

- Sexualidad Homo Sapiens.
A pesar de las similitudes encontradas con los mamíferos, hay que salvar ciertas distancias, porque dentro de los seres humanos existen comportamientos diferenciadores. De hecho, uno de los objetivos de los sexólogos actuales es descubrir por qué unos se conforman con un orgasmo al año mientras que otros están ávidos de sexo todo el tiempo.

En la "sexualidad Homo Sapiens" a diferencia de los demás mamíferos, el medio ambiente y factores culturales y psicológicos, (como pueda ser una experiencia traumática o una relación anterior problemática pueden inducir a una falta de deseo), son clave en el apetito sexual. 

Un chimpancé hembra se aparea 135 veces y un león de la sabana africana llega al clímax 500 veces, eso sí, sólo durante la corta época de apareamiento de la que disfruta –tres meses al año–. Hombres y mujeres  practican el coito como media 1,5 veces por semana pero a cambio, puede hacerlo en cualquier época del año y a cualquier hora del día. Lo que demuestra que el instinto sexual del hombre es más flexible y duradero que el de los animales.

- Adictos al sexo.

Los investigadores esperan obtener mayores conocimientos acerca de la naturaleza del deseo y su intensidad, a través de estudios con adictos al sexo, estimados entre un cuatro y un seis por ciento de la población. La frontera de la normalidad la definió hace unos años el experto en adicción sexual Martin Kafka. Éste creó una unidad de medida –‘Descarga sexual total’ o TSO (Total Sexual Outlet)– que corresponde al número de orgasmos experimentados en un período de tiempo determinado. Se considera adicto al sexo a aquel que posee un TSO de entre siete y ocho orgasmos por semana durante un período de tiempo de seis meses a un año, sin tener en cuenta de qué manera se consiguen los orgasmos. 

- Menos es más... en el sexo no funciona.

Para mantener a raya el apetito sexual en momentos de escasez, la evolución utiliza un hábil truco: si la excitación sexual desaparece durante un largo periodo de tiempo, se agotan las fantasías y los deseos imperiosos: “Cuanto menos sexo se practica, menor será la necesidad".

Y es que, como dice la antropóloga Fisher: 
“El sexo es como el chocolate cuanto más se tiene, más se quiere”. 


Vía: Quo Sexo.









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