viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Se apaga el deseo sexual conforme avanza la edad?


Tanto en la infancia como en la vejez nuestra cultura social impone que la sexualidad sea ignorada, se da por hecho que a esas edades somos seres asexuados. Es tan generalizado este pensamiento que incluso adultos mayores con deseo sexual, se sienten culpables y experimentan un sentimiento de vergüenza. 
Estamos ante otra de las muchas "malas costumbres" profundamente inculcadas en un rincón de nuestro cerebro. La sexualidad es un valor que en el momento que constituye al ser humano, evoluciona y se desarrolla en cada uno de sus diferentes momentos de la vida del SER SEXUADO. No se trata de algo que ofrezca unas pautas de comportamiento y que se vuelva estático a cierta edad. No todo el mundo vive su cumbre sexual en la adolescencia, y para nada va descendiendo hasta desaparecer en la vejez. Con esta mentalidad estamos cortando el cauce natural de nuestra vida sexual, y sometiéndonos a una presión innecesaria.
Si hay un dato incuestionable es que la suma de años no es proporcionalmente inversa al deseo sexual. Un hombre con 55 años puede tener su libido más activa que uno de 28 años. La edad adulta no tiene que ser un impedimento para la entrega y el placer, es la mala salud física o mental la que puede provocar esa disminución de libido y alterar el deseo sexual, tanto en hombres como en mujeres y en cualquier etapa de la vida.
El médico gerontólogo Norberto de Mascio sostiene que la cuestión de la sexualidad aparece muy frecuentemente durante las consultas médicas, y es por ello que puede asegurar que "el deseo del encuentro se mantiene tanto en hombres como en mujeres, lo único es que necesitan más tiempo para llegar al acto final" debido a ciertas disfunciones fisiológicas que se presentan en el organismo con el paso del tiempo.

Es evidente que en ciertas edades sufrimos cambios tales como un cambio físico al que debemos adaptarnos y asumir la nueva imagen, cambios biológicos en el caso del hombre como que su erección es un poco más débil o unos cambios hormonales en el caso de la mujer como la llegada de la menopausia. No vamos a pasar inadvertidos ante esto, pero una vez adaptados a estas nuevas situaciones nuestra sexualidad se redefine,  en el cambio está la evolución. Según se vayan solucionando se determinará la forma de vivir la sexualidad de esa persona, y estará presente en nuestra piel hasta nuestros últimos días.


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Imagen: Sin mordaza




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